martes, 13 de julio de 2010

Perfil Sandra



Sandra



¿Cómo se describe una a si misma? Hay tantas opciones... Puedo empezar con la opción matemática, ya sabéis, todo números. Tengo 30 años, mido 1,75 y unos 60 kilos de peso más o menos. Gasto una 95 de sujetador y un 40 de número de zapatos. Tengo un coeficiente intelectual de más de 140, hablo cuatro idiomas como dios manda y alguno más que pillo por los pelos. Tengo una casa de casi 5000 metros cuadrados de terreno en Los Ángeles, un coche que alcanza los 330 kilómetros por hora y aproximadamente unos 28 millones de dólares en el banco. Pero todo eso no dice nada de mí. Al menos nada importante, son solo números al fin y al cabo.


Alguien me dijo una vez que los colores de los que te rodeas pueden decir mucho de tu personalidad. Intentémoslo. Tengo el pelo claro, normalmente rubio color miel, pero el abanico va desde el rubio semi platino hasta el castaño claro según me da. Ojos verdes, también varían de gama cromática por la luz o cuando lloro como a todo hijo de vecino. Mi color favorito es el rojo y no soporto el color rosa, es superior a mis fuerzas, supongo que es porque es la primera característica femenina que la sociedad nos impone. O igual simplemente es porque es horrendo y ya está. Adoro los colores vibrantes y no los pasteles, los pasteles son como las medias tintas, no van conmigo. Me visto mucho de negro, me parece elegante y que contrasta mucho con mi piel blanca (otro color), en esto podría haber seis mil motivos ocultos pero os dejo a vosotros adivinar eso. Nunca me pinto las uñas, no las llevo largas y uso poco maquillaje, igual es que eso de superponer tonos no es mi fuerte. En mi casa predominan los colores blancos y azules, me gusta pensar que es por mi herencia mediterránea. Tengo tres tarjetas de crédito doradas, pero eso claramente es puro materialismo. Detesto las Red Carpets y el resplandor blanco de los flashes de las cámaras de fotos. Me encanta el cielo naranja en Formosa Beach al atardecer, intento escaparme a menudo para verlo, nunca es el mismo tono dos días seguidos. Mi coche es también negro, pero es que no hay color más bonito para los coches que el negro, esto no es más que lógica pura y aplastante. Tengo un portátil plateado y nunca, nunca cambio la configuración de colores predeterminada de Windows. ¿En serio alguien se cree que este sistema sirve?


Probemos otras cosas. No puedo elegir una canción, libro o película favorita, es imposible y soy una firme defensora de la opinión de que si puedes hacerlo, si puedes elegir, es porque no has visto, escuchado o leído lo suficiente. Sufriendo mucho podría hacer una lista de diez de cada cosa, pero tardaríamos siglos. Así que si esperabais ayuda por ese lado olvidarlo inmediatamente. No soy fiel a los perfumes, por qué alguien querría oler siempre a lo mismo es algo que me supera mentalmente, es como, no sé, tan rígido, definitivo e inmovilista. Defiendo la imbecilidad de todas las corrientes y actividades derivadas de todos los pensamientos orientalistas. ¿De verdad he de creerme que si pongo mi sofá haciendo el pino, me ira mal en el trabajo? ¿O que la postura de la rana filosofa me ayudara a respirar mejor? ¿Que alguien por imposición de manos va a equilibrar mi cuerpo y mi mente y seré mucho más feliz? ¿Que alguien abra mis chacras le dará un nuevo sentido a mi vida? ¿Alguien ha oído alguna vez a un oriental, no diré japonés o chino por no herir susceptibilidades, que no sonara como si se acabara de fumar un campo de marihuana? ¿Be water my friend? ¿Por qué agua y no tinto de Rioja? Sera que soy una cínica, pero lo único que me causan todas esas modas o tendencias es risa.


Evidentemente no creo en dios, vamos que digo yo que a estas alturas debería resultar evidente. Creo en la gente. Tengo fe en las personas, pienso que no hace falta la existencia de un ser superior para entender que ayudar a una anciana a cruzar la calle está bien y robar un banco está mal. Claro que esto conlleva que el castigo o la penitencia por los pecados recibidos u originados sea más dura que rezar cuatro padrenuestros. Que no toda la gente es buena. Aun así creo en las personas y en el sentido común aunque este último no ande muy de moda últimamente. Pero es que yo adoro casi todo lo retro. Con la iglesia no voy ni a empezar, no acabaríamos nunca.


En fin, que podríamos estar así todo el día, os podría contar veinte mil tonterías más o gastar mil adjetivos que me definieran como individuo, al final daría lo mismo. Nada importa. Porque la peor manera de conocer a alguien, es escuchar lo que esa persona dice de sí misma. Su visión nunca es objetiva por mucho que lo intente y quiera ser honesta. Siempre mezclamos lo que somos con lo que nos gustaría ser. Son los demás los que te hacen y te ayudan a definirte como persona. Tu solo, aislado, no eres nadie. Es la interacción con la gente que te rodea la que te da la oportunidad de ser fuerte ante las adversidades, o de ser débil y fallar. Te hace amigable o arisco, hablador o callado, extrovertido o tímido. Puedes ser confiado o escéptico, gracioso, humilde o estirado y centenares de cosas más. O nada de eso. O todo a la vez. Pero solo entre cuatro paredes, ¿qué vas a ser tu más que una silla o una mesa....? Así que aquí dejo los jueguecitos y sarcasmos varios, simplemente me limitare a narrar mi historia y que cada cual decida lo que soy y/o quien soy por sí mismo y por su cuenta y riesgo.


Supongo que todo lo relevante empieza a partir de los dieciséis años, que fue cuando un día en el colegio nos hicieron unos tests educacionales que venían a ser un test de inteligencia como se conocen comúnmente. A partir de los resultados toda mi vida cambió en dos segundos, tenia profesores, psicólogos, mis padres, todo el mundo decidiendo que era lo mejor para mí sin ni siquiera preguntarme. Acabé adelantando un curso ese año, matriculada en dos idiomas, tomando clases de matemáticas avanzadas y estudiando música porque al parecer la música y las matemáticas son las áreas donde mejor se mide la 'genialidad'. Ah y apuntada a un club de ajedrez, que por cierto me aburre soberanamente, pero forma esquemas mentales importantísimos o eso parece.


Al año siguiente empecé a estudiar medicina, mi padre siempre había soñado ser médico y por culpa de la afiliación política familiar en tiempos de la dictadura española no le dejaron estudiar. A mí lo mismo me daba. Más que nada porque mi pasión siempre ha sido escribir, pero no puedes decir que quieres ser escritora teniendo las posibilidades mentales teóricas como para ser astronauta. La psicopedagoga aun se está riendo de mí. Así que me deje llevar, como buena hija, estudiante y adolescente reprimida que era. Eso sí, yo seguí con mis escritos y mis relatos y mis tonterías en el poco tiempo libre que todo lo demás me dejaba. ¿Vida social? Cero. No es que tuviera muchas amigas antes, solo me quedo una después de pegar el cambio. Eso de ser alta, rubia y tener tetas está muy muy mal visto. Y por los chicos digamos que era al contrario, estaba muy muy bien visto, lo cual era totalmente indiferente para mí en aquel momento. ¿Os acordáis de cómo eran los chicos a los dieciocho en el primer año de facultad? Pues eso.


Hasta que llego él. Y mira que me jode tener que reconocer o aceptar que tuvo que aparecer en mi vida para que me espabilara. Alto, moreno, guapo, mayor, arquitecto, si es que como no me iba a enamorar, estuve perdida desde el principio. Fue el único que se molestó en preguntarme que quería hacer con mi vida. Y al único que le interesó algo más que mi coeficiente intelectual o mi talla de sujetador, eso son números decía... ¿os suena? Fue el principio del fin, deje el ajedrez y las matemáticas con casi una guerra civil en casa, seguí con la carrera y los idiomas. La música más o menos. Conseguí que un amigo de Jorge me dejara hacer prácticas (más bien estar por allí) en el periódico en el que trabajaba. Esa siempre era la mejor parte del día.


La hecatombe llegó un par de meses después de cumplir los 18. A Jorge le ofrecieron trabajo en un estudio de arquitectos en Londres, no podía rechazarlo, era una oportunidad increíble para él y tenía que aceptar. Se fue y ahí me quede yo, a merced de mi familia y con mi cómplice a 1000 kms de distancia. Seguíamos juntos, o eso decíamos, porque podría haberse ido a la Luna y para mi habría estado igual de lejos. O eso creía yo. Porque solo unos meses después lo destinaron a Los Ángeles para formar parte del equipo encargado de construir la nueva Facultad de Ciencias Naturales. Duración estimada del proyecto: dos años. A los dieciocho, dos años son una vida entera. Inaceptable. Se me planteó el primer gran dilema de mi vida. Quedarme con la familia y aguantar como pudiera o marcharme al país de las 'oportunidades' con mi alma gemela. Hoy me da vergüenza que ni siquiera lo dudara ni por un segundo. Así aterricé en LA, con mis escritos, mis libros de medicina y el poco dinero que mi madre me pudo dar a escondidas. Ella siempre fue una romántica. Atrás deje un supuesto destino funesto y la promesa de mi padre de que nunca volvería a pisar su casa. A día de hoy sigo sin haber vuelto ni siquiera a la puerta. Supongo que en el fondo nos parecemos, su orgullo seguiría sin dejarme pasar, el mío ni tan solo pedírselo.


Nunca volvimos de allí. Yo continúe mi carrera en UCLA, porque ya que estaba a la mitad no iba dejarla, o eso me decía a mí misma. Creo que en el fondo lo hice porque era el único nexo, aunque débil e ilusorio, que me quedaba con mi padre. Pero estaba en LA, que vale, no es el paraíso editorial como puede ser NY, pero tenían el cine. ¿Te imaginas poder combinar mis dos grandes pasiones? Cine y literatura, desde luego si se trataba de eso, estaba en el mejor sitio del mundo. Como si fuera tan fácil. Envié artículos y relatos a todos sitios, allí donde había algo libre o sin haberlo, mandaba mis paquetes. Aun no estábamos digitalmente tan asentados como ahora. Cuando iba a entrevistas, me ofrecían más veces trabajo delante que detrás de las cámaras, ni se molestaban en leer lo que les llevaba. Llegué hasta a mandar mis paginas firmadas con nombre de hombre, un par de veces me llamaron pero Jorge no quiso seguirme el juego. Además de otras muchas cosas el chico tenía que ser honesto, por favor. Al final llegó el rayo de luz en forma de Marta Kauffman, ella me llamo para hacerme una entrevista para su grupo de guionistas jóvenes en la que luego sería la comedia del momento. Le gusté, pero mi aprobación estaba pendiente de su socio y coguionista David Crane, que era el que me tenía que dar el visto bueno. Y allí que me presenté yo batiendo pestañas y con un escote hasta el ombligo según mi opinión, solamente pronunciado para los estandars americanos, dispuesta a jurarle amor eterno si hacía falta. Claro que no sabía que David era gay. Todavía me lo recuerdan. Ahí empezó mi carrera profesional como guionista que se alarga hasta hoy.


Para los que no sois del mundillo, hablo de Friends. A veces me explico como si todo el mundo supiera de qué hablo. Es un problema cuando tu mente va y viene a velocidad de vértigo. No me da tiempo a hablar o escribir en este caso a la vez que pienso y la mitad de las veces me dejo a la gente por el camino y me toca volver a empezar. Gajes del oficio. En los ocho años que trabaje en la serie aprendí todo lo posible y más. Y no solo de cine, o de tele, o de escribir o como lo queráis llamar. Fue una experiencia personal a todos los niveles. Aún hoy, recuerdo momentos de mi vida en aquella época usando como patrón cronológico sus temporadas. Me compré mi primer coche a mitad de la segunda, terminé la facultad dos semanas después de la season finale de la segunda, Jorge me pidió que me casara con él en la tercera. Las siguientes ya no fueron todas tan buenas.


Me enseñaron a trabajar en equipo, algo totalmente ajeno para mí en ese momento. Aprendí a delegar y a aceptar que a veces hay gente que puede hacer las cosas mejor que tú. Descubrí que como guionista argumental era bastante normalita, pero que a exabruptos creativos concretos me ganaban pocos. Conocí el mundillo de cerca, tanto delante como detrás de las cámaras y aprendí a distinguir de quien, y de quien no, podías fiarte. Experimenté en carne propia o a través de la ajena la envidia y el compañerismo, el éxito y el no cumplir las expectativas, la genialidad espontánea y el trabajo metódico, como sacar lo mejor de ti y disimular lo malo y doscientas mil cosas más. No es que ese trabajo cambiara mi vida, es que me dio una entera.


A partir de ahí todo vino rodado, me especialicé en corrección y ampliación de guiones. Que viene a significar que alguien hace el trabajo duro de desarrollo y yo le daba los matices que lo hacían brillar, lo adecuaba a lo que quería el director y además intentaba adaptarlo sobre todo al personaje pero también al actor en cuestión. Eso es importantísimo, necesitas tener al actor contento y satisfecho, hace el trabajo mil veces más fácil y no acarrea problema con sus egos. Vale, aceptamos pulpo, acarrea MENOS problemas con sus egos de los normales. Llegaron más series y más encargos, hubo momentos en los que llegué a trabajar en cuatro o cinco series a la vez. Gracias a dios apenas necesito dormir. Aquellos años fueron agotadores, satisfactorios sí, pero vividos a un ritmo que hoy no podría mantener. Y con ello llegó también el dinero, de prácticamente no cobrar y ser una más de un grupo de casi 30 personas, a ir escalando en estatus y en sueldo. Para que os hagáis una idea, lo normal en un guionista medio de una serie buena, se puede cobrar unos 90000 dólares por capitulo. A partir de ahí, se tiene en cuenta la cantidad, la calidad y te evalúan de forma que solo conocen ellos. El tercer año ya cobraba unos 200000 dólares por episodio. Las últimas temporadas de Friends a 450000 capitulo.


Nos mudamos del diminuto apartamento en el centro de la ciudad, que por cierto es horrible, a una casita de dos plantas en Redondo Beach, delante de la playa. No era el mediterráneo, pero ayudaba. Jorge siguió trabajando en LA, era una época de expansión para la ciudad así que nunca tuvo problemas de trabajo. Y no, no me casé con él. Nuestra relación fue madurando y afianzándose, pero yo siempre bromeaba y le decía que nunca le haría un hombre honrado, que viviríamos en pecado hasta que le encontrara otra cosa por la que pudiera ser castigado y así ir al infierno los dos juntos. Lo que no sabía era que el castigo también iba a ser para mí. En el verano de mis 22 primaveras, estando de vacaciones en Barcelona como todos los años, tuvimos un accidente de coche en la autopista. Perdí el bazo, me rompí tres costillas y tuve un traumatismo craneal fuerte que me tuvo en el hospital dos semanas. Eso físicamente. Emocionalmente lo perdí todo. Jorge se lo llevo con él a la tumba.


Es irónico cuando pienso en cómo me disgustan esas mujeres que centran toda su vida en sus parejas. Como me enerva que dejen amigos de lado, sus ambiciones personales, el resto de su vida social. Pasan de ser personas a ser apéndices, aunque sea voluntariamente. Peor cuando es voluntariamente. Y digo que es irónico, porque a pesar detestar esa actitud, el resultado final para mí fue el mismo. Dejé a mi familia en otro país para estar con él y a mis amigos. Por mi cantidad de trabajo todo el tiempo que me quedaba libre era para los dos, apenas tenía vida social fuera del estudio. Cuando murió, no es que me quedara sin él. Es que de repente me quede sin nada. Bueno, no exactamente, pero casi. Trabajo. En el siguiente año y medio, es lo único que recuerdo. Trabajo, trabajo y más trabajo. Empecé a aceptar guiones cinematográficos, adaptaciones literarias, escribí hasta letras de canciones, todas horriblemente deprimentes y oscuras. No sabía qué hacer. Estaba como aletargada y perdida. Hasta que descubrí mi otro don. El que es socialmente alabado y respetado. Aunque en mi caso nadie sepa que lo tengo más que los interesados.


Cuando estaba terminando la carrera, se me planteó el problema de la especialización. Evidentemente mi trabajo y carrera profesional no iba dirigida a la medicina, ya que en ese momento estaba definitivamente asentada en la escritura. De niña me encantaba destrozar y arrancar la cabeza a las muñecas. No es que tuviera muchas, a los seis años dejaron de comprármelas y me traían libros o juegos de mesa con los que me divertía más. Aun así, todo lo que caía en mis manos, incluso los playmobil de mi hermano, acababa semi mutilado y transformado. Hice un par de asignaturas orientadas a la cirugía, pero al final decidí terminar escogiendo psicología porque pensé que me seria de más utilidad para mi futuro. Como si hubiera que pensar mucho para saber que necesitas ser psicólogo, mejor aún si es infantil, si tratas con actores y directores que se creen la segunda venida de Cristo a la tierra. Al final resultó que me interesó más de lo que creía, y continuamente, incluso después de terminar, tenia algún libro por casa sobre distintas corrientes de pensamiento o patrones de conducta y ese tipo de cosas. No me miréis así. Leo de todo, y cuando digo todo es realmente todo. Si hasta me he leído la Biblia entera cosa que muchos de esos creyentes o integristas católicos que hay por estos lares no ha hecho nunca.



Después de lo de Jorge, Marta, que vino a ser prácticamente la única a la que se lo conté, no hacía más que insistirme en que recibiera algún tipo de ayuda. Jodidos americanos y su amor a la terapia, lo llevan en la sangre. Yo me negué al principio. No me imaginaba yendo a esas reuniones de grupos, en plan, buenos días me llamo Sandra y tengo un trauma. Porque lo tenía. Pero no podía regodearme en ello porque ni siquiera era de los gordos, un simple Síndrome de Estrés Postraumático por el accidente y tal, que aún así me permitía seguir con mi pseudo-vida tranquilamente. Tardé cinco meses en atreverme a coger otra vez mi coche. No mantenía contacto alguno con nadie después del trabajo. Cuando una mañana vi que me había tomado en 12 días todas las pastillas para dormir o para espabilarme de mi receta mensual, ya no pude aplazarlo más. Tenía un problema. Cedí y fui al sitio que mi jefa me había recomendado. Me conocía bien. Nada de psiquiatras engolados ni charlas de grupo. Era un centro de ayuda en una de las zonas más abandonadas de la ciudad, en Inglewood. Llegue allí y a los diez minutos estaba delante de un grupo de adolescentes que habían sufrido todo tipo de abusos y con la tarea de darles una charla. ¿Pero yo no venía a que me ayudaran?

“Un día con ellos y te darás cuenta de que lo que es haber vivido un infierno”, me dijeron. “Nos hacen falta profesores, médicos, psicólogos y todo lo que entre por esa puerta.” Añadieron. “Ni siquiera tienes que hablar, solo escucha lo que tienen que contarte, es lo único que quieren”. Me convencieron. Y así mi mente dejo de ocuparse sólo de mi trauma para centrarse también en los de los demás. No fue tan simple claro. Pero fue eso en esencia al fin y al cabo.


Y encima se me daba bien. Unos decían que era por mi voz, que gracias a pasar tanto tiempo rodeada de actores había aprendido a modular y adecuar a las conversaciones. Otras porque transmitía un cierto aura de tranquilidad (¿¿¿???). Y seguramente acertaban los que dijeron que era por mis ojos, que reflejaban complicidad con el dolor que sentían esas chicas. No creo ni que fuera comparable, muchas habían sido maltratadas física, mental y/o sexualmente, a veces más de una vez, a veces durante años. Otras eran hijas de adictos que habían sido rescatadas de la inanición por los servicios sociales. Os podría contar cosas que no os creeríais. En comparación, perder a tu pareja casi parecía una suerte. Sólo que para cada uno, sus problemas son los más gordos y son el peso que lleva en la espalda. Así que si, el dolor estaba ahí, justo o injusto, pero estaba ahí. Y por primera vez en mucho tiempo dejó de ser el tema incómodo del que nadie quiere hablar, el tabú, el hecho merecedor de toda la lástima posible, para ser un nexo de unión con algo y con alguien. Adoro a esas chicas y estoy tan orgullosa de mi progreso con ellas como de la mejor línea que haya escrito nunca. Y he escrito unas cuantas buenas.


El siguiente paso, fue más o menos lógico. Llevarse el trabajo a casa. Supongo que era lo normal. Cuando aprendes a hablar, ya no paras en toda la vida. Cuando aprendí a escuchar y a fijarme en los problemas de los demás, ya no pude dejar de hacerlo. Así mi 'terapia' pasó a formar parte también de mi otro trabajo. Y será que no había material, madre de dios. Directores deprimidos, actores adictos a toda clase de sustancias, guionistas con el nivel de stress por las nubes, actrices adictas a toda clase de sustancias...En serio, si hicieran pasar el control anti doping en la industria del cine, os juro que se extinguiría. Y así casi sin darme cuenta acabé siendo como la Oprah (o el diario de Patricia para mis compatriotas) del star system. Siempre como en la sombra, discretamente oculta. Como esos secretos que se intuyen pero no se comentan. Al no tener un perfil público, porque nunca, nunca firme un guion que revisara como mío al no parecerme ético, y conocer de sobra el mundillo era la solución perfecta para muchas de las llamadas celebrities. No os molestéis en pedir nombres. Discreción es mi segundo nombre.

Nunca les he cobrado por ello, yo y mi ética. Me parecería obsceno cobrarles por algo que me ayuda a mi tanto como a ellos. Además de que sería complicado de explicar. Pero después de un tiempo decidí abrir una cuenta corriente en plan ONG donde dejan algunos depósitos anónimos y que al final de año su contenido prácticamente integro se transfiere al centro de ayuda. Es una doble satisfacción personal.


Así levanté la cabeza. Lo que me ayudó también a nivel profesional claro. Los apellidos de los productores o directores que me llamaban eran cada vez más conocidos, me gané a pulso una cierta fama en la industria. Siempre entregaba a tiempo, siempre lo que se esperaba y no ponía pegas si había que echar más horas para redondear el trabajo. También aumentó la leyenda negra, cuando te sientes más fuerte en tu posición puedes permitirte el lujo de tener diferencias de opiniones o incluso palabras mayores con algún que otro estúpido/a. Y en esta ciudad la concentración per cápita de estúpidos es brutal. Cuanto más importantes más estúpidos también. Ley de Murphy supongo. Se dice de todo, que soy metódica e inquebrantable. Fría. Mal genio, eso en parte es cierto aunque yo prefiero decir que soy una mujer con carácter. No se dan cuenta de que cuando trabajo soy como un espejo, doy lo mismo que veo. Si hay buen ambiente y la gente merece la pena, soy la primera en participar e implicarme más. Cuando es todo lo contrario hago mi trabajo, me pagan y me voy. A secas. Pero ver eso implicaría pensar y de eso no hay mucho por aquí. Tampoco ayuda el efecto colateral derivado de mis 'charlas' privadas. No hay una solo foto mía por internet o la prensa que lo demuestre, pero si un día te ven hablando con un actor, a la semana siguiente con el otro, y la otra con tal director renombrado o la estrella del equipo de beisbol local (si alguien leyendo esto entiende ese juego, ofrezco mi paga de la semana que viene por una explicación detallada) pues no ayuda mucho a mejorar tu imagen, más bien todo lo contrario. Y todos sabemos que es lo que se piensan que hago con ellos ¿no? Sobre todo si ninguno puede o quiere explicar el motivo real de esos encuentros. Y aquí si no se desmienten las cosas es como un aceptamiento tácito del hecho en cuestión. Me pregunto si también piensan lo mismo cuando me ven con actrices o gente del sexo femenino… Resumiendo, soy un hacha en mi trabajo a la vez que un ogro y una zorra. ¿No está mal ehhh?


¿Y el resto de mi vida? Tengo mis amigos claro, y esa no es una palabra que diga así como si nada. De los tremendos puedo contar cuatro o cinco. De esos que les puedes pedir hasta su sangre que no preguntaran nada más que cuanta quieres y a qué hora. Me dan estabilidad y les di hace mucho tiempo el derecho a darme todos los palos del mundo. Dos de ellos son especiales os contaré por que después y lo entenderéis. Ahí esta Marta también, aunque ella no solo es amiga, fue mi 'descubridora', mi jefa y ha sido mi madre en este país, a ella se lo permito todo. Últimamente no nos vemos tanto porque nuestra colaboración profesional terminó y porque desde que la hicieron abuela, separarla de sus nietos es como intentar llevarla al dentista. Y ella debe ser la única mujer en LA que no lleva carillas de porcelana en los dientes. Finalmente y no por ello menos importante sino todo lo contrario esta Lu. Pero Lu se merece un capítulo aparte para ella sola, así que me limitaré a dedicarle una frase de una película, que no es mía, y que me parece de lo mas cursi para decirle al sexo opuesto, pero que es perfecta para mi amiga: Lu, tú me completas :)


Luego están los otros amigos, y son grandes también, solo que diferentes. No os equivoquéis, los conocidos son conocidos, si a estos los llamo amigos es también por algo. Tenemos a Aaron Sorkin, que es un genio de las palabras, de mayor quiero ser como él. Trabajamos codo a codo durante cuatro años en The West Wing, y fue uno de mis primeros 'pacientes'. No, no revelo nada, sus adicciones fueron del dominio público en su momento. Kevin y Anne del centro de ayuda, a los que les debo tanto tanto que no puedo ni cuantificarlo. Se dedican a acoger chicos del centro cuando tienen problemas legales o cuando alguna presencia de su pasado los amenaza, hasta que pueden valerse por sí mismos. Me meto con ellos y les digo que van a ser los abuelos con más nietos de este país porque en los seis años que los conozco les he conocido al menos 15 'hijos'. Los chicos de Friends claro, unos más que otros, pero fueron muchos años peleando con ellos cada viernes. También les debo casi todo lo que se sobre dirigir actores. Lauren Graham que es la mujer más divertida que he conocido nunca, y que hacía que el trabajo con ella y con el equipo fuera un placer. Antonio, oh dios Antonio, porque la tierra tira y era el único español en la industria cuando llegue. Yo le enseñé a hacer arroz y él a bailar sevillanas. ¡Que viva la integración! Ah y sigue siendo el único español que vale la pena aquí. Ni Pe's ni Pataky's ni adyacentes... Hugh Laurie, porque si yo soy la ironía y el sarcasmo hecho palabra, él es lo mismo pero en imágenes. Porque tuve que pelearme con la mitad de la cadena para que no pusieran un galán en su papel, por su flema y humor británico y por todas las noches que se deja caer por mi casa autoinvitandose a cenar porque echa de menos a su mujer que vive en Londres, y no le apetece estar solo. Y ya está. Ni más ni menos. Os diré que no es fácil para mí lo de los amigos, más que nada porque llevo mucho bagaje a cuestas. Los hombres me odian porque a pesar de mi reputación no me acuesto con ellos y las mujeres me odian aun más, por razones obvias y porque sus maridos quieren acostarse conmigo. Tranquilos que es una hipérbole. Espero.


El amor. Este es el punto más complicado. Incluso para contarlo. He tenido dos relaciones serias desde entonces. Ellos son mis otros dos amigos. Los que faltaban arriba. Son dos hombres extraordinarios a los que de ninguna manera podía dejar desaparecer de mi vida. No ha sido fácil, pero al final siguen estando conmigo, de otra manera sí, pero de ahí no se van a mover. El primero fue Keanu. Y no podía haber sido otro. Dicen que el amor une mucho. Yo digo que la muerte también. Ke (pronunciado ki en castellano) también merece mención aparte. Porque a día de hoy sigue siendo mi roca y mi talón de Aquiles todo a la vez. Porque se merece más que dos líneas mal enlazadas. Porque si Jorge se llevó esa parte de mi vida con él, Ke me la devolvió.

Le siguió Matthew. Curioso que trabajáramos juntos ocho años y nunca pasara nada, y fueron horas y horas. Noches enteras en el estudio porque su personaje era el más complicado de todos, miles de chistes, de frases. Litros de café y cerveza, como cincuenta novias suyas sin exagerar, una adicción a las pastillas y al alcohol que casi le cuesta la vida y mil cosas más. Lo cierto es que en aquella época suficiente tenía yo con revisar su personaje y mantenerlo sereno para fijarme en nada más. Él siempre dice que aquella fue su mejor y su peor época a la vez. Y de repente, casi tres años después de terminar la serie, de haberse recuperado de todos sus problemas, pasó. Hay que ver lo que puede la sugestión mental. Fue ponernos a trabajar juntos otra vez, que su personaje casualmente fuera un guionista que se enamoraba de la actriz a la que le escribía un show y antes de darnos cuenta estábamos viviendo juntos. Matt es la persona más dulce que conozco, es un verdadero encanto de hombre. Y el más gracioso, deberíais pasar media hora con él para poder entenderlo. Es obvio. El me devolvió la risa. Yo a él, su autoestima. Luego le rompí el corazón. No fue apropósito. Pero lo hice y parte del mío se congeló en el proceso. Aprendí con Matt que me duele mucho más hacer daño que que me lo hagan. Igual es que por todo lo que he vivido encajo mejor los golpes que los reparto.

De eso hace ya un tiempo, no he vuelto a tener una relación seria, bueno ni seria ni de ningún tipo desde entonces. Para desespero y agonía de Lu que no me deja tranquila. Ella dice que tengo miedo de que vuelvan a herirme, yo asiento y sigo a lo mío. Pero lo cierto es que lo que me asusta es todo lo contrario, que me haya acostumbrado y a que si no hay una módica cantidad de dolor envuelta en el asunto, no me interese. Eso no puede ser sano. Me pregunto si existe algo así como una adicción al sufrimiento. Una patología incluso, si existe la tanorexia tiene que haber nombre para esto. Quizás por eso, hace unos meses decidí mandar a paseo mi conciencia un rato y tuve un affaire. Para que nos entendamos. No ligo en bares. Nunca tengo escarceos con nadie del trabajo por motivos obvios. Jamás he tenido una aventura de una noche, ni me he puesto borracha y he aparecido en la cama de alguien. Por primera vez en años, me cogí quince días completos de vacaciones y decidí no pasarlos sola. Las compartí con un amigo-conocido que había demostrado alguna vez que estaba interesado. No me arrepiento, ahora sé que tampoco esa dinámica me interesa. Y eso que el sexo fue lo suficientemente bueno como para resultar tentador.


Pero he cumplido treinta que deben ser como los cuarenta para los hombres. No es que me hayan venido de repente todas las dudas existenciales habidas y por haber. Simplemente me interesa más probarme a mí misma. Marcarme nuevas metas, salir de mi zona de seguridad. Por eso he decidido terminar de una vez un guion que empecé nada más llegar a LA, que he revisado mil veces y cambiado con el paso de los años según mi experiencia me iba dictando. Ha sido como una especie de diario, pero no en plan empalagoso ¿eh? Cada vez que lo leo, recuerdo exactamente porque puse esa frase o porque cambie unos años después la otra. Es mi trabajo más personal, no es autobiográfico porque la historia no tiene nada que ver conmigo, pero soy yo de alguna forma. En esas estoy. Ya he decidido que voy a dirigirla yo, otra prueba más si, pero es que nadie va a entender el sentido y la historia mejor que yo. No voy a perder el tiempo explicándoselo a alguien para que luego me decepcione el resultado. Evidentemente también la produciré porque conozco demasiado bien a los productores y los estudios como para saber que líneas argumentales quieren, a quienes las dirigen y qué tipo de películas no les interesan. No importa. No la hago por ellos, ni por dinero, ni por fama ni gloria. La hago por mí.


Se llamará Brilliant Disguise o Disfraz Perfecto en castizo común. Porque si hablamos de disfraces tanto propios como ajenos, sin duda soy una experta.







10 comentarios:

Unknown dijo...

Que mujer xD,la q todas querriamos ser, atractiva, inteligente, culta, triunfadora y tras la tragedia valiente y arriesgada. Me apunto a seguir su trayectoria vital pq ademas me da la sensacion de q nos va a enseñar muchaaaaaaaaaaaaaas otras cositas, tiembla Roberto que no se porque me da que vamos a alucinar con los dos. Suerte a mi Team Writter.SWEETPATT

Vero dijo...

Madre mia. Es increible. Es una autentica pasada como escribes tia, en serio. Me encanta sandra. Es super fuerte, ironica, graciosa, culta, inteligente, trabajadora, muy valiente al arriesgarlo todo sin tener nada seguro. Y mas valiente todavia al seguir adelante y levantar cabeza viendo ke siempre hay gente ke esta en peores condiciones ke tu, y en vez de hundirte, ayudarles a ellos a la vez ke te ayudas tu. Con un par de ovarios al seguir adelante con su sueño aunke a veces la sociedad pueda ser una cabrona y putearte. Wow en serio. Genial. Excelente trabajo chicas.

Unknown dijo...

me encanta este personaje chicas!! Que luchadora joer! Quiero más!!!

¨. o O * LauLollypop * O o .¨ dijo...

Aplausos!!!.... sigo diciendo que esta GE-NI-AL...todo, pero todo, todo. Me ha encantado la manera de expresar las cosas.

Sandra tiene mucha personalidad... ^^

MUaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

Anónimo dijo...

me lo he releido mas de dos veces, es que Sandra me encantaaaaa!!! es todo un ejemplo a seguir para toda mujer!!!

un beso a las dos!!!

Li dijo...

Wow!, una autentica mujer con los ovarios bien puestos! Y sobreponerse sin Jorge... mmm valiente...
Te sigo.........
besitosssss
Li

Nani-PattinsonWorld dijo...

Es .... creo que con el permiso de Ana (Sweet) suscribo palabra por palabra lo que ha dicho, no se puede decir mejor !
Io sabes que me encanta, ya te lo he dicho pero te lo repito, es GENIAL !
Un besazo y muchas graciassss...quiero mas, que lo sepas.

Lourdes dijo...

buenisimo nena congratulation!!!

Charo dijo...

!Guau!,estoy flipando, que capacidad para escribir, respecto a Sandra me encanta, una tia con dos piiiiiiiiii.
De verdad felicidades a las dos.
Beasos Gala

Vero dijo...

mmm, siento ser launica nota discordante..pero.....no me refiero a la parte de escaribir, eh, que me parece que eres vbuenisima, me gusta como describes las cosas y como las desarrollas, pero el personaje de Sandra,,,...al principio , segun leia me gustaba, tiene mucha fuerza, pero despues de leerlo todo...uufff, no se....la veo demasiado perfecta, no?? fuerte, inteligente, guapa, luchadora, da todo a los demas sin pedir anda a cambio, ...vamos, que no le veo pegas, y eso es lo que no me gusta...no se.......no se como explicarlo.....de todas formas seguro que segun se vaya desarrollando al historia empiezan a aparecer todas esas cosas que me faltan en ella......

y enhorabuena por esa capacidad que tienes para escribir, no sabes como te envidio!!!

Sandra

Sandra

Robert

Robert

Lu

Lu

Keanu

Keanu

Lu y Sandra

Lu y Sandra

Ke y Sandra

Ke y Sandra

Sandra y Matthew

Sandra y Matthew

Robert y Kristen

Robert y Kristen

Lu y Xabi

Lu y Xabi











Autoras

Io

Si la modestia -o era el sentido del rídiculo- de la autora no fuera superior a sus ganas de darse publicidad, sería ella misma quien hubiera inundado este apartado con toda una serie de referencias a su largo recorrido ‘literario’. Además, no faltarían todo tipo de detalles respecto a su experiencia como articulista de opinión, redactora ocasional y memeces varias. Al no ser así, poco o nada resta por añadir.

Lu

La mayoría de los seres humanos son como las hojas que caen de los árboles,

que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se precipitan al suelo. Pene.

Otros casi son como estrellas, siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza,

pues llevan en su interior su ley y su meta“


Hermman Hesse según Lu.

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